sábado, 16 de junio de 2012

La cara al verano

Así que cogí mis gafas de sol y salí haber si le veía la cara al verano.
Parecía que el cielo se estuviera derritiendo sobre el asfaltado suelo de la ciudad... 
El aire perezoso se estaba echando la siesta...
Aquellas chanclas medio rotas eran las más cómodas que tenía... y además mis favoritas, tenía la impresión de haber recorrido medo mundo con ellas... Llevaba las uñas de los píes pintadas de rosa.
Suerte que recordé sacar mi botella de agua del congelador antes de salir de casa... 
Puede que hiciera una temperatura superior a 30 grados... y aun así me sentía fresca, aunque la piel me ardía mi corazón descansaba a la sombra de una palmera paradisíaca.
Mi coche parecía un microondas de color rojo Ferrari... 
Tenía el capricho de comprarme un helado de fresa en cuanto viera un kiosko...
Lo mejor era buscar algún parque fresquito, con hierva recién regada y árboles altos y frondosos para poder degustarlo... 
Habían llegado... los primeros días del verano... Se notaba en los niños que gritaban jugando con sus globos de agua... de mil colores!
Y en las señoras viejas sentadas a la puerta de sus casas, a las que solo podían verse pasadas las 20:00 horas.
En las terrazas de los bares repletas de gente consumiendo cervezas y aperitivos...
Cada uno a su manera... disfrutaban...
Y yo pesimista como siempre, solo pensaba en verle un poco la cara al verano... 
Consciente de que este año tampoco iba a poder viajar, ni  pisar ninguna maravillosa la playa...






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