Se me abren las carnes y apareces tú, fastuoso nacido como entre pétalos de rosa fresca.
La carencia de tu cuerpo me obliga a enterrarte en el mío propio. Te llevo en mi torrente sanguíneo, virulento, como la risa contagiosa. Fluyes, y eres como un maremoto asediando mi corazón. Se destruye y se reconstruye a tu voluntad, ahora es dúctil y puedes hacer lo que quieras con el. Eres como un niño que se ríe mientras moldea plastilina.
¿Me estaré deconstruyendo?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario